“Somos de la comunidad huarpe Laguna del Rosario y estamos conformados en comunidades indígenas. Vivimos ahí desde siempre y creemos que esas tierras nos corresponden por preexistencia”
“En nuestro campo no hay alambrados ni límites ni nada, es todo para todos. Si los animales se pasan para el otro lado, está todo bien y así lo queremos. Pero el gobierno quiere reconocernos un pedacito de tierra y que nos quedemos ahí. No entienden que es el mismo terreno que es de todos”
Históricamente los campesinos han poseído la tierra en forma comunitaria en campos abiertos y por eso exigen al Estado que así lo reconozca. Pero en el sistema jurídico no figura la propiedad comunitaria de la tierra, ausencia legal que ahora es reivindicación de este movimiento.
Los llamamos y empezamos la lucha. Estar en la lucha significa defender nuestros derechos, nuestra posesión de la tierra. Mi tarea no es sencilla, crío chanchos, gallinas, todas las tareas... hay que baldear. Vivimos en comunidad, nadie dice ‘esto es mío’. Los animales van para todos lados, compartimos la tierra, por eso luchamos: no a los alambrados, no a las topadoras y no a los desmontes”
Rosa también participa como enfermera campesina del área de salud del movimiento donde se busca recuperar los saberes populares referidos a las plantas, hierbas y yuyos medicinales enmarcados en un sistema de cuidado de la salud, que implica prácticas culturales y de alimentación sana.
“Tenemos que sentirnos felices de vivir como vivimos, a veces nos llaman ‘los campesinos’ despectivamente. Pero tenemos que defender lo que tenemos, que es invalorable. Eso hace que seamos una comunidad: la unión, la fortaleza y las ganas de defender los derechos, el lugar donde vivimos”.
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