domingo, junio 09, 2019

La Guajira lucha, pero no lo logra

La Guajira, ese gran territorio ubicado entre dos países: Colombia y Venezuela. Al norte, desértico y mágico. Cuna del pueblo wayúu mayoritariamente. Es el pueblo indígena más numeroso de Venezuela.
Con esta crisis multifactorial que estamos viviendo: económica, social, política y cultural, ha traído como consecuencia toda una debacle en los usos y costumbres de un pueblo indígena que siempre se ha caracterizado por adaptarse a todo. Reyes de la resistencia o, como se llama ahora, de la "resiliencia".
El cierre de la frontera, más que una solución, es el negocio de unos pocos: los contrabandistas, los que custodian las trochas, las autoridades, los que viven en las trochas, los que comercian en la frontera, entre muchos otros. Es toda una industria que cada día suma más obreros. Las trochas son custodiadas por bandas que cobran su peaje y ellos pagan a las autoridades. Los que viven en las trochas alquilan su espacio. Los comerciantes de frontera venden su mercancía. Si las bandan se enfrentan se matan entre ellos y listo. La cosa queda ahí. Ni siquiera sale en las noticias.
¿Qué importancia tiene todo esto? Que hay niños y adolescentes implicados. Ya muchos niños dejan de estudiar y de ser niños, inclusive. El ver dinero rápido no trae cosas buenas. Trae drogas, alcohol y trae sexo.
Las autoridades simplemente deben dejar de mirar a un lado y meterse en la trocha como cualquier mortal. Ver a esos niños y niñas jugando a ser adultos, con armas al cinto, bajo efecto de sustancias y con conductas lascivas entre sí.
Lo más triste es que se empoderan de su trabajo. Si algo no entra en su canon mental de productividad comercial "trochérica" se enojan.
Este es otro mal que trae la crisis para La Guajira: niños haciendo de adultos, pero de manera negativa.
Mi opinión siempre ha sido que lo prohibido se convierte en el negocio de otros. Las crisis hacen negocios. Es una actitud muy capitalista. Hacen falta medidas más inteligentes.


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