El diluvio que ha caído este año en La Guajira ha sido sin precedentes. En mi vida de médico me ha tocado lidiar con estas inundaciones desde la época de la vaguada de Vargas. Así como se inundó La Guaira, se inundó La Guajira, sólo que, como siempre los indios no son noticia. En este año ha sido igual: todos los medios han reseñado los demás estados se le ha dado poca cobertura a nuestra amada Guajira. Y es que esta tierra tiene sus particularidades: es desértica, los poblados están muy distantes unos de otros, el wayúu, habitualmente anda a pie o en burro por las sabanas. Hay pocas escuelas, pocas iglesias o sitios que puedan servir de refugio. Los pocos que se han creado no dan abasto para tantos damnificados, cuyas casas y enseres quedaron sumergidos y perdieron sus animales.
Es importante que se decrete el estado de emergencia para que bajen los recursos y se le dé celeridad a las acciones. Fue La Guajira donde comenzó este problema y ha ido empeorando hasta el punto que el alcalde menciona que la situación está fuera de control.
Es loable el trabajo en salud del equipo del Modelo de Salud Intercultural Wayúu, coordinado por la hermana Aimé Larreal, el tawala Jóvito, quien nos cedió las imágenes, los colegas de la Misión médica cubana de Barrio Adentro y las fuerzas armadas bolivarianas. No son suficientes.
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