lunes, octubre 12, 2009

Día de la Inocencia Indígena



Este día del año ha tenido muchas interpretaciones, ha tenido varias formas de mirarlo y de digerirlo. Ha sido Día de la Raza, pero, lamentablemente, los que denominaron este día de esta manera se les olvidó darle “pedigree” a los indígenas. Luego fue Encuentro de dos mundos, obviando la masacre que vino después. Recientemente se ha proclamado el día como de “Resistencia Indígena”. Yo me acojo, particulamente a la tesis del profesor e historiador Wladimir Acosta, de RNV y quien lleva un programa en TeVes, quien dice que el 12 de octubre no fue un día de resistencia. Nuestros originarios recibieron a los colonizadores como a unos visitantes, por ende, fue un día de inocencia. Posterior a ello, cuando palparon sus verdaderas intenciones comenzaron a hacer acciones de resistencia, inclusive desde los primeros viajes de Colón.
El día de hoy es un día de luto. Es un día para rendir tributo a esos caídos en la lucha por la dignidad, por las tierras, por la libertad. Luchas que se han mantenido desde hace 517 años hasta nuestros días. Los indígenas siguen luchando contra la burocracia, contra los terratenientes y los latifundistas que los han desposeídos, contra los sistemas de salud que los excluyen, que los ven como extraterrestres, contra las instituciones gubernamentales, que no toman en cuenta su idioma, su cultura y que intentan a cada momento secuestrarles su identidad y desmenuzarla en el aire. Que no terminan de entender que ellos también son ciudadanos de primera como cualquiera de nosotros y que merecen un sistema incluyente y respetuoso.
Muchos me preguntan por qué hay que tratar a los indígenas como
especiales. Mi respuesta es siempre la misma: en la “teoría” somos iguales, pero en la “práctica” son invisibles para nosotros. No nos entienden nuestro “dialecto” (dándole al castellano el rango que le damos nosotros a su idioma), no entienden lo que decimos de su enfermedad, no dejamos que sus familiares estén a su lado porque es la norma, no dejamos que los visite su médico tradicional, les enseñamos a consumir nuestra comida chatarra y vemos con escepticismo sus alimentos tradicionales, nos reímos de sus chinchorros y pensamos que son unos flojos y que los chinchorros son sólo para el placer y los resorts. Diseñamos planes de vacunación y nos olvidamos de los indiecitos que están en la sierra porque es muy costoso llevar a los vacunadores hasta allá. Además esos indiecitos son muy poquitos y no vale la pena gastar en eso.
Son tantas y tantas vivencias que tienen nuestros hermanas y hermanos cuando se tiene que enfrentar a nosotros que no vemos más allá de lo que ven nuestros ojos.
Si de verdad queremos conmemorar este día, muy nefasto para estos pueblos, pero grato para los colonizadores y pilar fundamental para el crecimiento y desarrollo de las naciones europeas, debemos resarcir toda la deuda acumulada en estos siglos. Devolverles sus tierras, brindarles, como estado, las mejores condiciones de vida, agua potable, disposición de desechos, electricidad, acceso a servicios de salud de calidad, respetar sus usos y costumbres, que tengan oportunidades reales de formación e incentivarlos a ello.
Creo que sólo con respetar sus tierras ancentrales, ricas en recursos minerales y biológicos, estaríamos haciendo mucho.

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