domingo, octubre 11, 2020

Más personas y menos casos, por el doctor Wilmer Báez

MÁS PERSONAS Y MENOS CASOS
Como lograr que los estudiantes de distintas universidades que llegan a nuestro hospital (UCV, UNERG, UCS) no pierdan si la tenían, la esencia; o por lo menos dejarles algo más allá de la visión netamente curativista del proceso Salud /Enfermedad; tratar que vean personas y no “casos”. Se les indican las pautas hospitalarias, recordándoles que se encuentran en el eslabón más bajo de la cadena de mando (Poder como dominación). Es innegable ver, cuando pisan el hospital como admiran la Bata blanca, el estetoscopio colgado al cuello como símbolo de ser profesional de la medicina; se maravillan con el poder de recetar, agradecen incluso las enseñanzas cuando intentamos invadir a un ser humano en condición crítica y más aún en los pocos casos que logramos o intentamos transmitirles algún conocimiento adquirido, tanto por la lectura como por la propia experiencia anecdótica; que “cure” – efectivo o no- , en ese intento de sacar a la persona de la enfermedad (Imposición del Saber universal Euro y anglo céntrico)
Nunca brindamos salud, solo tratamos la enfermedad y todo esto, casi a pesar de su propia salud física y emocional, con horas interminables de labor-aprendizaje con condiciones estructurales de los centros asistenciales, realmente poco menos que indignas; pero, animados y animadas por la cercanía, pronto de culminar su formación, la cual no recuerdan fue Pública, Gratuita y ha expensas de ciudadanos y ciudadanas a quienes nunca les preguntamos si permitían “aprender-practicar” con ellos, quizás, ni las gracias les dimos. (Sumisión y subalternidad). Discuten sus proyectos de tesis, en su mayoría no dirigidos a solucionar problemas del quehacer diario, o no les permitieron ser muy críticos; evaluando solo números y estadísticas; si hay o no curación, sin análisis de determinantes de la salud (concepto de Salud Pública).
Ya listos para incorporarse con su bata blanca, sello y bolígrafo, decía un recordado profesor: “
el bolígrafo es la ametralladora con la cual sale el medico a enfrentar su profesión, ahí de él como la use”. Se repetirá el histórico proceso, con poco de aquello de integralidad, pues inmediatamente quieren especializarse, y menos hablar de prevención ni promoción de la salud; se presentan, además con todo su derecho de ser venezolano o venezolana, ya graduados; poco análisis de porque los ciudadanos deben pasar todas esas vicisitudes para recuperar la salud (no hay pensamiento crítico, con fundamentos; solo críticas y quejas). Se establece que la labor medica es prácticamente solo curar, y curar además lo que esté a mi alcance; la muerte o lo que limite mi accionar no es mi responsabilidad, es y será “culpa de otro”, quizás no sé de quién pero, mía, no es!
Que pasa cuando me toca un familiar, amigo o vecina conocida, eso que llaman pueblo, cuya categoría política engloba a diversos sectores, clases y grupos dominados en lucha (Enrique Dussel); es justo que un ciudadano o ciudadana deba pasar todo ese mismo vía crucis para ser atendidos, a pesar que intenten facilitar una parte del tortuoso camino, sigue sin funcionar; pero, eso sí es verdad, que es culpa de otro – ejercicio de poder delegado en representantes, separados del pueblo, sirviéndose de él, victimas unificadas. (Enrique Dussel);
No ven (o no vemos) el fondo de la crisis, nos quedamos en la superficie, en el enfoque biomédico y clínico, sin que nos impacten las condiciones sociales, económicas o políticas del proceso Salud/ Enfermedad; no vemos que el problema está en el modelo civilizatorio (La forma de producir, consumir, trabajar, relacionarnos, amar, comer, divertirnos, aprender. La forma como vivimos y satisfacemos nuestras necesidades. Oscar Feo); el sistema de producción, de vida, individualista, consumista; no vemos como seguimos siendo colonizados ya no por las armas sino por la cultura, por las necesidades impuestas; ni como rodamos en el mismo circulo de otros; algunos que también pasaron, hicieron más o menos críticas, algunas veces protestar y exigir, pero, al final solo son criticas; el que debe accionar y responder, no escucha y no escucha porque no le interesa o sencillamente porque también está sumido en otras prioridades que nunca son la gente; con un gasto militar exagerado, corrupción generalizada, pérdida del sentido de la democracia, incertidumbre, anomia; un caos organizado, con mucha burocracia, ya por costumbre o por apatía. Si los enseñáramos desde el principio a evaluar y evaluarse, desde el concepto de Salud Colectiva, establecido desde la década de los 70 en Brasil, como un movimiento político, social y académico, por la garantía del derecho a la vida y la salud y por servicios públicos universales de Salud; como una alternativa cuestionadora, propositiva, sin que tenga que generar tensión o resistencia (PNFA Salud Colectiva); entonces nos atreveríamos a cuestionar y no aceptar la Modernidad actual y superar nuestra subalternidad y desciudadanizacion. El dominio global de la ciencia moderna por el conocimiento-regulación occidental, trajo consigo la destrucción de muchas formas de saber, sobre todo de aquellas que eran propias de los pueblos, lo cual produjo silencios que volvieron impronunciables las necesidades y aspiraciones de esos pueblos o grupos sociales cuyas formas de saber fueron objeto de invisibilizacion. Los pueblos indígenas tienen su propio modelo de la “modernidad”, El pasado está presente en la vida actual, y el futuro sigue siendo un ideal ya realizado, pero por reconquistar. Para el ser humano Andino se fija los ojos en el pasado que es conocido y, por tanto, orientador para el camino, pero se camina, de retroceso, hacia el futuro desconocido. (Crisis civilizatoria y Vivir Bien. Hacia la construcción de un nuevo paradigma social. Josef Estermann).
El “vivir” depende fundamentalmente del “con-vivir” en un sentido antropológico, ecológico y cósmico. No se puede –en sentido estricto– hablar de que alguien tiene “buena vida” (menos de un tercio de la humanidad), si otros/as viven en la miseria o son pisoteadas/os por los primeros. Por tanto, el “Vivir Bien” no aspira a una “mejor vida”, el incremento de la calidad de vida de algunos/as conlleva el deterioro de la calidad de vida de otras/os. Ésta es la ley que se manifiesta en el proceso del “desarrollo / del subdesarrollo”, amén de la lógica capitalista de competitividad y exclusión. En segundo lugar el ideal del “Vivir Bien” se extienden a la Naturaleza no humana, al cosmos entero que incluye al mundo espiritual y religioso. No existe justicia social y económica, si a la vez se perjudica el equilibrio ecológico y trans-generacional. Por tanto, el ideal del “Vivir Bien” apunta a una convivencia armoniosa del género humano con su entorno natural, el mundo espiritual y las futuras generaciones. Una actitud económica o política que se fundamenta en principios que destruyen las bases para la vida de futuras generaciones, con principios ideológicos del “crecimiento ilimitado” o que prioriza los bienes de lujo por sobre los bienes de primera necesidad y los valores éticos y espirituales, no es sostenible ni sustentable. En ese sentido, se trata de una metáfora que representa otro modelo civilizatorio como alternativa ante la decadencia y el agotamiento del modelo dominante de la modernidad occidental y el ideal consumista que ésta conlleva.
Volviendo al tema inicial no se puede esperar que los nuevos profesionales emergentes, “renuncien” deliberadamente a las bondades exhibidas a diario y hasta el cansancio en los medios de comunicación. Falta una conversión civilizatoria mayor, tanto en las autoridades, todos los actores en salud, las academias, así como con los y las aspirantes, para que el modelo social, de salud y no de enfermedad, y la población beneficiaria subyacente tengan la más mínima oportunidad de ser tratados con respeto, sensibilidad y fortalecer a ambos los derechos asumidos como alternativa para el “Vivir Bien” evitando el colapso del sistema y por ende del planeta.
Wilmer J. Báez. Venezolano, padre, hermano, amigo, médico y maestrante del PNFA en SALUD COLECTIVA. La Guaira, septiembre 2020.
Imagen de la película Dioses,  Dirigida por  Lukasz Palskowski (2014)

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