domingo, julio 13, 2008

El parto vertical

Esa visión de el parto en una sala fría y la mujer recostada en una cama llamada ginecológica o “el burro“, con las piernas abiertas, mostrándole su intimidad a un desconocido mayormente del sexo opuesto, es una escena cotidiana en nuestros occidentalizados servicios de salud. Nada más ofensivo y aterrador para una parturienta indígena que vivir esa odisea. Por eso, los partos extrahospitalarios son tan numerosos en las comunidades indígenas. La comadrona goza de prestigio y es una mujer sabia, querida y respetada. Las comadronas no han estudiado para serlo. Los ancestros las han elegido para desempeñar ese papel, que no es muy fácil y lo viven como una misión de vida. Existen estudios que hablan de los aspectos positivos que ofrece esta forma de parir. Nuestras abuelas lo hacían así y lo han hecho por siglos y siglos. Desde el punto de vista institucional existen muchas experiencias en países de Latinoamérica. Uno de los primeros y el más exitoso es el parto aymara en Chile. El Ministerio de Salud (Minsal) lo estableció como política de salud. En nuestros países, donde comienza la era de la interculturalidad, veremos más de estas experiencias. U n ejemplo acá narrado desde Perú. 

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