La masacre racista se mantiene en los hechos y en sus símbolos celebratorios, y de reconocimiento explícito de una supuesta “Madre Patria” bajo el concepto blanquista de superioridad de una etnia sobre otra que se identifica con expresiones como “El Día de la Raza”.
En los años de la conquista y la colonización que hoy todavía algunos celebran, nos impusieron la esclavitud del trabajo en los cañaverales, cafetales y tabacales de Centroamérica, en las sabanas y praderas ganaderas de Sudamérica; en los hachearles que derribaron el bosque natural; en las minas de todos Los Andes y en los puertos de todos los amares. El látigo, las cadenas, las mutilaciones y la sangre eran nuestros compañeros de todos los días.
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