“El consumo de refrescos en la población indígena es el doble del gasto que se invierte en leche. Como el refresco no es más que azúcar con agua, la población más pobre está pagando la mayor cantidad de dinero por comprar esta mezcla. En sopas instantáneas, que también se han impuesto en zonas rurales, se pagan entre 7 y 8 pesos por 30 gramos de pasta, precio que ni Carlos Slim paga por la mejor pasta italiana. Por ello, la comida chatarra no sólo está teniendo consecuencias negativas en la salud, sino también en la economía familiar”
A los directores de hospitales y quienes gerencian la salud, una invitación cordial a que mejoren la rotación de camas mejorando este aspecto en el tratamiento de los pacientes.
Tomado de: La Jornada.
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