Estas Oficinas, que tienen por misión la atención del paciente indígena con calidad, eficiencia y pertinencia cultural y lingüística, están ubicadas en los Hospitales Universitario y Maternidad “Dr. Armando Castillo Plaza” de Maracaibo y “Nuestra Señora del Carmen” de Machiques (Zulia); “Ruiz y Páez” de Ciudad Bolívar, “Rosario Vera Zurita” de Santa Elena de Uairén y “Dr. Arnoldo Gabaldón” de Caicara del Orinoco (Bolívar); “Dr. Luis Razetti” de Barcelona y “Dr. Rafael Tobías Guevara” de El Tigre (Anzoátegui); Universitario de Caracas y Cardiológico Infantil “Dr. Gilberto Rodríguez Ochoa” (Distrito Capital); “José Gregorio Hernández” de Puerto Ayacucho (Amazonas) y la Oficina de Tucupita que presta servicio en el Complejo Hospitalario “Dr. Luis Razetti” y la Unidad Materno Infantil “Dr. Oswaldo Ismael Brito”.
En estos espacios se desarrollan actividades docentes y de investigación; se emplean recursos humanos indígenas bilingües que permiten reducir barreras étnicas, culturales y lingüísticas; brindan soporte a la relación equipo de salud/paciente; desarrollan actividades de capacitación y sensibilización del equipo de salud en materia de interculturalidad, y enseñanza de idiomas indígenas; gestionan soluciones a los reclamos, demandas y necesidades de los pacientes; recolectan, procesan, analizan y transmiten la información obtenida de los pacientes atendidos; e informan, difunden y promueven la existencia del servicio y las actividades desarrolladas.
Para la directora de Salud Indígena del Ministerio para la Participación Popular de la Salud la creación de estas oficinas “tiene que ver con interculturar la salud en el tercer nivel de atención, contemplado en la Constitución, con el reconocimiento a la medicina tradicional y el respeto a los usos y costumbres, y tiene que ver con la aplicación de la Ley Orgánica de los Pueblos y Comunidades Indígenas (LOPCI).”
En total en el año 2006 se atendieron en estas 12 oficinas un total de 26.973 pacientes, de los cuales 14.235 corresponden al Hospital Universitario de Maracaibo; 7.661 a la Maternidad Dr. Armando Castillo Plaza de esa misma ciudad y 1887 al Hospital Ruiz y Páez de Ciudad Bolívar. Estas son las tres oficinas que laboraron todo el año 2006, en vista que sus aperturas se hicieron en el 2005, el resto de las 9 oficinas abrieron sus puertas en el último trimestre del 2006.
Derribando barreras
Los Pueblos y Comunidades Indígenas de Venezuela se enfrentan con barreras geográficas, sociales, económicas, étnicas, culturales y lingüísticas que limitan su acceso a los servicios de salud, los cuales tradicionalmente evidencian una lógica que no contempla la realidad geográfica, multiétnica, pluricultural y multilingüe del país, lo que trae como consecuencia contar con un SPNS que no está diseñado para dar respuesta a las necesidades estructurales, funcionales, organizativas y físicas de estas poblaciones.
Los principales centros de referencia de pacientes indígenas del 3er nivel del SPNS en el territorio nacional están ubicados en las principales ciudades de los ocho estados con población indígena y en Caracas.
Cuando un indígena requiere acceder a servicios de salud del 3er nivel de atención, suele tener que recorrer grandes distancias, ya que la mayoría de las comunidades se encuentran ubicadas en zonas distantes de los centros urbanos. En muchos casos el acceso es difícil, por vía fluvial, aérea o terrestre; demorando en casos extremos varios días de viaje e invirtiendo grandes sumas de dinero.
“Sabemos de indígenas Yanomami que han caminado 5 días desde el Alto Ocamo en el estado Amazonas hasta Brasil para recibir atención médica” apunta el antropólogo José A. Kelly, ex coordinador del Plan de Salud Yanomami. También conocemos el caso de una parturienta Sanema que “tras 3 días de navegación en bongo por el río Caura falleció antes de llegar al hospital” agrega Luis Borges, coordinador regional de Salud Indígena del estado Bolívar.
De acuerdo a los antropólogos Werner Wilbert y Cecilia Ayala “los Warao del Bajo Delta del Orinoco realizan viajes de hasta 180-200 Km. hasta Tucupita en curiaras con motor fuera de borda. Este viaje (ida y vuelta) consume 400 litros (2 tambores) de gasolina. Sus curiaras no cargan más de tres tambores de gasolina, lo que deja al Warao con unos 200 litros o el equivalente a 7 horas de autonomía, antes de que se vea obligado a regresar de nuevo a estos centros urbanos, para reabastecerse. En el Bajo Delta el combustible es un producto que vale oro.”
Al llegar a un hospital el indígena suele encontrarse totalmente desorientado, sin saber a dónde dirigirse, enfrentándose con un personal sin entrenamiento en interculturalidad ni sensibilidad hacia los usuarios indígenas, que a veces sin siquiera saberlo, maltrata al indígena al violar normas de conducta o cortesía que desconoce.
Cuando el paciente es monolingüe (no habla español) la situación es aún más difícil. Simplemente no puede hacerse entender ni comprende las indicaciones del médico. Esto genera mala comunicación e incomprensión entre el personal de salud y el paciente indígena, dificultando el proceso de diagnóstico y el correcto cumplimiento de los tratamientos médicos, con el consiguiente fracaso en el restablecimiento de su salud.
En muchas ocasiones el paciente indígena y sus acompañantes son víctimas de rechazo y malos tratos por su condición étnica y de pobreza. Tienen que soportar la imposición de usos y costumbres ajenos a sus culturas, como los alimentos que le son suministrados, las camas y habitaciones donde transcurre su convalecencia, la ausencia de familiares, etc.
Los hospitales no cuentan con espacios adecuados para el alojamiento de acompañantes, que en el caso de pacientes indígenas suelen ser varios miembros del grupo familiar. Tampoco se les proporcionan alimentos. Además, las normas de estos establecimientos limitan el número de acompañantes y el horario en el que pueden estar con el enfermo. Obligando a los familiares a realizar importantes gastos en materia de alojamiento y alimentación, y privándolos del sentido colectivo del proceso de restablecimiento de la salud, característico en las culturas indígenas.
Por último, la ignorancia del personal de salud respecto a los sistemas médicos tradicionales indígenas constituye otra importante barrera cultural. El personal de salud suele rechazar el uso de la medicina tradicional indígena, así como la presencia de médicos tradicionales en establecimientos de salud; asimismo es rechazada tajantemente cualquier explicación que, desde su cosmovisión, el indígena hace respecto a la enfermedad o condición de salud, ya que contraviene a la concepción biomédica, basada en una visión cartesiana y científica del cuerpo humano. Esto afecta el proceso de restablecimiento del paciente indígena quien, por su cosmovisión, muchas veces requiere los tratamientos tradicionales de su Pueblo para lograr la completa restitución de su estado de salud.
Hola Dr Ernestor, mis saludos por esta via, muy impresionada la verdad por el contenido del blog es una informacion que muy bien se esta divulgando gracias a usted y pues contenta con todo los desarrollos y metas que se han alcanzado. Eres una persona ejemplar, mis admiraciones y respeto. exitos!
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