
A pesar de todo, tenemos muchas ganas para el 2008, de que se den las cosas, de que se materialice una visión intercultural más amplia para nuestros hermanos. Pero los mejores deseos no son sólo de reivindicación y superación. Son también para esas personas que aún no nos ven. Los mejores deseos para que cada día más se rompa la brecha, para que haya equidad y para que dejen de pensar que los indígenas son como niños que hay que cuidar. Hay que ir de igual a igual, pero también en igualdad de condiciones.
Para todas y todos, una Feliz Navidad, celebrando un evento de humildad de un niño indígena en sus orígenes, naciendo como una indígena. Pero una Navidad sin adornos verdes y rojos. Una Navidad con la esencia de esa humildad, de esas entrega. Entre los pueblos originarios, ese costumbre adquirida ya era habitual entre ellos antes de que se la enseñaran los misioneros. Ya entre ellos han muerto muchos Jesucristos, cada día mueren muchos niños y muchas madres. Recemos por ellos y porque nunca ocurran más. Ahí comenzará la verdadera Navidad.
Un año nuevo que comience con una limpia auténtica, quitándonos los vicios, la pereza, el consumismo, la gula. Llenemos nuestras almas de amor, de paz y humildad.
Un abrazo a todos.